jueves, 13 de agosto de 2015

Vejez y dependencia



Este siglo trae, entre otras cosas relevantes, el índice más alto de longevidad, la sobrevivencia se ha extendido a cifras nunca antes vistas, en nuestro país rebasa la media de 75 años en esperanza de vida.
Algunos estereotipos sobre la vejez, a lo largo del tiempo, se han asociado con la enfermedad, el deterioro y la dependencia, incluso para muchas generaciones  han sido un paradigma inevitable.
Esto me lleva a una ecuación reflexiva: Si vivir más y llegar a ser un viejo longevo, que hoy es una posibilidad muy alta, implica vivir la última etapa de la vida en condiciones de dependencia, la ganancia de este logro no es muy halagüeña para nadie. Ni para el que lo vive, quizá tampoco para quienes lo rodean, ni mucho menos para los gobiernos. Los gobiernos, como el nuestro, están en alarma por los gastos que implica este fenómeno social: muchísimas personas envejecidas, más viejas que nunca, juntas en un mismo momento histórico. Y muchas de ellas, enfermas. Pero también estos gobiernos están paralizados, sin atinar que políticas implementar para atenuar este impacto socio-económico-sanitario.
Los hospitales dan la alarma, por ejemplo, del aumento en la incidencia de la insuficiencia renal y el aumento de personas que requieren diálisis y hemodiálisis, detonadas principalmente por Diabetes e Hipertensión arterial, y otras patologías que degeneran los riñones.
El gasto de atención es altísimo, privado o público.
Esta moneda tiene otra cara?
Sí, sin duda. Pero la ecuación requiere de otros factores, la clave está en el autocuidado y  un estilo de vida que tenga por delante los buenos hábitos, incluidos la actividad y la actitud. Son ya muchísimos los ejemplos, presentes, que nos permiten atisbar en el futuro una longevidad saludable, o al menos una salud bien gestionada, que derriba los estereotipos y los paradigmas de la decrepitud, la patología y la dependencia.
La iniciativa es personal y el compromiso también, al menos mientras los gobiernos logran desperezarse y entender que en la vejez existe riqueza material, experimental y humana.