domingo, 13 de noviembre de 2016

Hablemos de Tanatología V (última parte)



“Siempre hay más personas afectadas por la muerte, que personas que mueren”
 El duelo
La palabra proviene del  latín: Dolus, que significa dolor, pena o aflicción; es la demostración que se hace para manifestar el sentimiento que se vive por la muerte o por la pérdida de alguien.
Desde la teoría Tanatológica, el duelo es un proceso, y no un estado, por el que pasa una persona.  Es el proceso que cada ser humano experimenta de forma única en intensidades que varían según la edad, el género, el vínculo afectivo, la inteligencia emocional, la fe o la cultura.
Es un proceso activo lleno de posibilidades. Ante el dolor nuestra vida no acaba, se transforma.
El duelo puede afrontarse ante la inminencia de la muerte (duelo anticipatorio) o la muerte misma (duelo posterior).
 Durante el proceso del duelo
Se busca como objetivo dar expresión a los sentimientos y a las emociones que se viven, identificarlas y comprenderlas, para así aceptar el proceso mismo y encontrar cauces apropiados de canalización e integración.
Este proceso conlleva la aceptación y la adaptación a una existencia sin el ser querido.
Otro fin, es la inversión en energía emocional para mantener las relaciones afectivas y generar  nuevas relaciones interpersonales.
 Al final del Duelo
Lo ideal es recuperarse de la manera más saludable en el menor tiempo posible, y alcanzar en ese tiempo el equilibrio emocional.
El duelo finaliza cuando la persona es capaz de hablar o pensar en su perdida sin manifestaciones físicas, como llanto inconsolable o alteraciones del sueño, y cuando se generan afectos en nuevas relaciones; aceptando y comprometiéndose con los retos y el interés por la vida

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